Desde el pasado martes 13 de agosto el Amazonas de la parte de Brasil está siendo devorado por las llamas de un inmenso incendio y nadie hace nada. Ni tan siquiera existe una repercusión mediática que conciencie a la población mundial sobre este desastre natural a gran escala. ¿Por qué nos afecta mucho más que arda una famosa catedral europea a que se incendie el principal pulmón verde de nuestro planeta?Después de 16 días, la Amazonía de Brasil sigue en llamas desde que los satélites de la NASA lo detectaran. Pero parece que no es suficiente que esta zona del planeta cuente con la mayor biodiversidad, más de 600 especies naturales y vegetales, porque ni las instituciones brasileñas, ni ningún organismo internacional, ni los medios de “información”, ni nadie, está moviendo un dedo para detener este drama.
Además de los incendios, localizados unos 9.500 en el país, hay que sumarle la gran deforestación que ha crecido desmesuradamente desde el año pasado. Está claro que a Bolsonaro poco le importa el bosque tropical más grande del mundo, ya que la parte brasileña de la Amazonía ha perdido más de 3000 kilómetros cuadrados de área boscosa desde que este asumiera el cargo en enero, un aumento del 39% respecto al mismo periodo del año pasado, de acuerdo con la agencia del gobierno que monitorea la deforestación. Además, el mes pasado despidió al director del Instituto Nacional de Investigación Espacial (INPE) que informó sobre los más de 72.000 incendios que se han producido en Brasil durante este año.
A Bolsonaro le acusan las activistas medioambientales de dejar de controlar esa zona del país para favorecer a las empresas de madera y demás lobbys capitalistas que destrocen y se beneficien de la selva más grande del mundo. Para Bolsonaro, los incendios ocasionados se deben a la “temporada de la queimada”, es decir, cuando los agricultores usan fuego para limpiar la tierra. Está claro que los intereses económicos son mas importantes que cuidar y proteger a la naturaleza, incluso cuando los árboles que se están quemando generan un 20% de la cantidad de oxígeno que hay en la atmósfera de la Tierra, totalmente imprescindible para frenar el cambio climático.
Y mientras arden miles de especies vegatales y naturales, la comunidad internacional mira hacia otro lado; no hay miles de reacciones de pena, rabia, indignación como se mostró con lo ocurrido en la catedral parisina. No hay solidaridad mundial volcada con el pueblo brasileño para frenar este desastre; ni recogidas de miles de euros, ni políticos pronunciándose sobre ello, ni celebrities diciendo ñoñerías, ni noticias cada minuto del avance del incendio…nada, apenas algunas noticias que se han hecho eco del desastre y gente anónima protestando frente a esta injusticia en las redes sociales.
Sin despreciar lo que sucedió en Notre Dame, es curioso ver cómo parece que nos preocupan más las piedras que las plantas, las estatuas que los animales, el arte religioso que la vida del planeta. Si es así los estamos haciendo muy bien; dentro de no mucho, en vez de disfrutar de ricos bosques tendremos un horizonte de piedras que contemplar.
agustin
ya esta decidido HAY Q MATAR A P.
Elena Cedrón
NOTRE DAME Y LA SELVA AMAZí“ NICA por Renán Vega Cantor(19-04)
(…)En la Amazonia colombiana está en marcha un ecocidio planificado, que recurre a los incendios para acentuar la deforestación, es decir, la desaparición del bosque natural para convertir la selva en sabanas artificiales, que se llenan con vacas. Se encuentra en marcha el incen dio en el territorio de los departamentos de Guaviare, Caquetá y Amazonas. Algunos datos muestran el impacto de lo qu e acontece: el 65 % de la deforestación del p aís se concentra en la Amazonia; en 2018 fueron deforestadas 200 m il hectáreas ; cada hora son destruidos 13 mil árboles ; cada sesenta minutos desap arecen diez hectáreas de bosque; la mayor parte de la destrucción se presenta cerca de una carretera o a las orillas de un río principal; en diciembre de 2018 s e habían detectado 2156 incendios en la r egión amazónica de nuestro país; entre 2010 y 2017 desaparecieron 1.400.000 hectáreas de bosque natural y unos 20 millones de árboles. Las implicaciones de este ecocidio no tienen parangón, porque ” t umbar una hectárea de bosque es arrasar al menos 14.000 árboles de 600 especies distintas. Talar un árbol en la Amazonia es acabar con miles de insectos, centenares de aves y decenas de mamíferos que obtienen alimento de su tronco, hojas, flores y frutos †1 . De esas 600 especies, luego de la t ala solamente se aprovechan dos, porque ni siquiera el objetivo es la madera ni su potencial forestal, sino quemar la tierra para apropiarse de ella a la fuerza. (…) Ahora bien, ¿quié nes están detrás de los incendios y la deforestación, puesto que ésta no es una acción de la naturaleza ? La respuesta es simple: los mismos que siempre en Colombia se han apropiado de las “tierras nacionales†y los baldíos, es decir, los terratenientes y ganaderos, ahora asociados a las grandes empresas multinacionales y sus súbditos capitalistas. Leer en: https://www.lahaine.org/mundo.php/notre-dame-y-la-selva