Publicado por DV & archivado en Antifascismo, Economí­a, Tecnologí­a.

Hace poco más de dos años que Elon Musk adquirió una de las redes sociales más importantes de la historia de la humanidad, Twitter. Su llegada supuso un antes y un después, muchos usuarios huyeron y cuestionaron el nuevo rumbo de la compañía nada más que esté aterrizara en la misma pero la gran mayoría se quedaron. A día de hoy sigue creciendo el número de usuarios que deciden irse.

Sin duda la llegada de Elon Musk a Twitter fue polémica. Despidos, exigencias a los trabajadores, cambio de nombre, modificaciones impopulares, incremento de la rentabilidad y comentarios críticos con el contenido de la red. Musk acusó de “woke” a la red social y se puso el disfraz de superhéroe para salvarnos a todos. Todo un clásico y es que los oligarcas siempre salvan al mundo de sus peores enemigos. Además la compra de Twitter estuvo rodeada de cierta polémica. Musk se hecho atrás en la compra, hubo juicios, pérdida de valor de la compañía y la sombra de una compra de dudosa rentabilidad para él y los que le acompañaban. Aunque él daba la cara iba avalado por fondos y otros capitales.

El debate

Uno de los grandes debates actuales en el mundo de la política y la comunicación es si quedarse o abandonar Twitter (ahora también llamada X). Cada vez son más los medios, los colectivos y las personas relevantes que anuncian que abandonan esta red social. Es más que obvio que la red está priorizando el contenido de extrema derecha, los bulos, la desinformación, timos, pseudo-ciencias… Los partidarios de quedarse esgrimen que hay que seguir combatiendo el fascismo en todas partes, los que deciden irse no quieren colaborar aportando contenido a una red social que los usa para influenciar a sus usuarios. Twitter nació hace casi 19 años, durante este tiempo ha conseguido una masa crítica de usuarios que la hace tremendamente importante. En realidad los que deciden irse se van porque no la necesitan, les quita más de lo que les da. Los que se quedan no tienen más remedio, fuera de Twitter no son nada. Por ejemplo, muchos medios de información no obtienen apenas tráfico de Twitter. No nos engañemos, The Guardian o La Vanguardia son empresas, su principal objetivo es la rentabilidad no combatir a la extrema derecha. Por otro lado, muchos usuarios cada vez ven más problemático mostrar su opinión en una red social que facilita la reacción fascista y el acoso.

Pero el debate está mal planteado, lo verdaderamente importante no es abandonar o no Twitter, lo importante es ¿dónde ir?. En unos años podemos acabar repitiendo la historia pero con otros protagonistas. Es difícil entender cómo gran parte de nuestra sociedad aguanta mientras una pequeña proporción encoleriza ahora, esto lleva años pasando. Twitter tiene 19 años pero hace 15 se destapó “el escándalo de Facebook-Cambridge Analytica”. El escándalo revelaba cómo los datos de los usuarios de Facebook fueron usados para incidir en procesos electorales de una forma muy eficiente. Este escándalo salpicó a muchos países, pero sus principales beneficiarios fueron Trump y el UKIP. Se ha llegado a afirmar que el Brexit no hubiese sido posible sin esta forma de operar en la red social. Hace más de 15 años que las redes sociales son usadas para comprometer nuestro poder político y económico. Las redes sociales son tremendamente eficientes enganchándonos a ellas mismas, incentivando el consumo y modificando nuestra acción política. ¿Estamos condenados a repetir la historia una y otra vez?, parece que sí. La práctica totalidad de las organizaciones sociales no han recapacitado sobre las consecuencias de estar en redes sociales para sus seguidores. El simple hecho de seguir a un colectivo puede definir tus hábitos de consumo, tu inclinación política o tus intereses para volverlos en tu contra y ser mucho más manipulable.

La primera oleada

Twitter ha tenido dos grandes espantadas, la primera en su gran mayoría se refugió en Mastodon. Mastodom es una red social descentralizada alejada de la lógica extractivista. Lo bueno de esta red social es que es difícilmente manipulable. Es descentralizada, así que cualquiera puede administrar o enganchar un nodo a esta red social. Tiene pocas pegas en cuestiones técnicas. La privacidad de la red recae en la gestión del nodo. Soluciona muchos de los problemas de las actuales redes sociales, pero la red no satisfacía a la gran mayoría de los usuarios, muchos consideran que Mastodon no es un reemplazo de Twitter por varias razones. Montar una red social no es fácil técnicamente, en ocasiones los nodos de Mastodon se caen o no tienen la calidad de servicio a la que los usuarios de Twitter están acostumbrados. Además de todo esto es probable que parte de nuestra sociedad sea una yonqui de Twitter y no sepa vivir sin la dopamina que nos genera su uso.

La segunda oleada

La actual oleada está moviéndose a Bluesky. Bluesky si parece que llega al nivel de Twitter o incluso lo mejora desde la experiencia de usuario. Tiene todo lo bueno que Twitter tenía antes, incluso los que conducen la compañía fueron personas relevantes en Twitter. El problema de Bluesky, es precisamente eso, que es igual que Twitter antes de que llegase Musk. Una empresa de buen corazón, pero que nada nos garantiza que se vuelva en nuestra contra o incluso que se haya vuelto ya en nuestra contra pero lo desconozcamos. La empresa ha publicado un protocolo para hacerla descentralizada, obviamente nada garantiza que en el futuro lo sea, de hecho lo más probable es que termine secuestrando a sus usuarios cómo hemos visto en muchas otras ocasiones.

No podemos decir que Musk sea un incapaz, ha demostrado a aquellos que pensaron que Twitter era una mala inversión que estaban equivocados. Musk ha convertido Twitter en una máquina de fines políticos y la cosa le funciona. La triste realidad es que la extrema derecha avanza a un ritmo apabullante y las redes sociales son parte fundamental de su auge. Mientras, sin rumbo o con rumbo hacia el mismo lugar, los desposeídos y los parias digitales vagan evitando la toxicidad de una ultra derecha implacable. Pagaremos a Musk su inversión hasta el último céntimo invertido cerebro destruido.

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