Durante la madrugada del 13 al 14 de marzo de 1978 la muerte sobrevino a Agustín Rueda en la enfermería de la cárcel de Carabanchel. Era anarquista y horas antes había recibido un “apaleamiento generalizado, prolongado, intenso y técnico” a manos de sus carceleros. Morir es siempre una fatalidad sin sentido, a los mártires termina siempre por sepultarles el olvido. Pero a mí no me cabe duda de que más allá de vagas abstracciones como las “ideas” o la “libertad”, hay cosas por las que merece incluso jugarse la vida. Cosas de tan aplastante materialidad como no delatar a tus compañeros acusados de excavar un túnel para fugarse de una mazmorra cavernosa.
Agustín Rueda no tenía pasta de mártir, amaba intensamente la vida y esperaba coger el último vagón con el que despedirse de Carabanchel. En aquella celda Agustín sabía que se moría sin remedio, era aún peor la rabia contenida que el intenso dolor. ACTUALIZADO 17/03/2013: A través del podcast La muerte de Agustín Rueda o el lado oscuro de la Transición desde Radio Onda Expansiva podremos tener acceso a una entrevista realizada a un antiguo miembro de COPEL sobre las circunstancias que rodearon la muerte de Agustín Rueda.